El hecho de apropiarme de una parte de la arquitectura de la ciudad de los años 90 dentro de la coyuntura de la época de la violencia en el Perú y la dictadura de Fujimorista y convertirla en souvenirs de colección intenta promover la animación de lo inanimado y crear alrededor del objeto una sacralización del monumento real; apelando a lo subliminal del recuerdo. Jugando con este efecto de visibilidad e invisibilidad de los monumentos y a invertir la legitimación ideológica que tratan de imponer.
Todos éstos recursos serán utilizados para reactivar la memoria con otros medios de comunicación paralelas al monumento real ; conformando de tal modo verdaderas secuencias de actos que abran , alimenten y refresquen el monumento conmemorativo y su memoria implícita ...enriqueciéndola , renovándola y confrontándola
Es curioso, no hay mejor forma de invisibilidad algo que evidenciarlo todo lo posible. Este hecho que es conocido y utilizado por la publicidad; es especialmente obvio en el caso de los monumentos, esculturas públicas de gran tamaño que pasan desapercibidas para la mayoría de los transeúntes, condenando al olvido a los hechos o personajes que precisamente se pretenden recordar. «Un monumento —decía el dramaturgo Harold Pinter— es la mejor prueba de que nos hemos olvidado de alguien».